lunes, 5 de octubre de 2009

Cualquier acuerdo con los golpistas, será una trampa para la Resistencia

¡El movimiento tiene la fuerza para derribar a la dictadura mediante la insurrección!

Unos días después del ataque químico a la embajada brasileña en Honduras, el viernes 25 de septiembre, y tras el llamamiento de Zelaya a las masas a la Insurrección final, la dictadura puso en práctica el decreto ejecutivo PCM-M-016-2009 de Estado de sitio con vigencia de 45 días. El decreto, que a la fecha no ha sido ratificado por el congreso golpista, profundizó la represión, suspendió las garantías individuales de reunión, manifestación y cualquiera puede ser arrestado simplemente por ser “sospechoso”. El día 28 fueron clausurados dos medios informativos nacionales que se posicionaron decididamente contra el golpe desde el inicio y que en la práctica han jugado el papel de principales mecanismos de difusión de la Resistencia: la ya heroica Radio Globo y el Canal 36 Cholusat sur. El 30 fueron desalojados los campesinos que —cuidando los trámites de títulos de propiedad—, resguardaban desde el 28 de junio el Instituto Nacional Agrario, 38 de ellos han sido acusados de sedición y enfrentan juicio en los tribunales golpistas.

El aspecto más destacable de estos días es que a pesar de la represión, el movimiento no ha sido derrotado y ha continuado desarrollándose desafiando a la dictadura. Ciertamente la campaña de terror que impuso el Estado de sitio tuvo un impacto, las manifestaciones se vieron disminuidas y significó un fermento de confusión, desorganización y desinformación; pero a escasos días, la dirección del Frente está logrando reorganizar a las masas, esto es un elemento clave en la ecuación —paralelamente y hasta cierto punto, las masas están intentando auto organizarse, guiadas por su instinto—. Radio Globo salió casi inmediatamente al aire a través de internet y poco a poco, las masas se organizan para conseguir acceso a internet, colocando parlantes y bocinas en sitios comunitarios.

A pesar de la feroz represión, todos los días ha habido acciones de la Resistencia, y no se han interrumpido a pesar del Estado de sitio. Esa es una heroica demostración de que las masas —y en especial su sector avanzado—, están dispuestas a llegar hasta las últimas consecuencias. La dirección del Frente envía diariamente un boletín a través de correo electrónico, en donde plantea elementos de análisis y acciones para el día siguiente. Lo fundamental es que la moral revolucionaria de las masas se mantiene intacta y más aún, se ha fortalecido a pesar del Estado de sitio o mejor dicho, el Estado de sitio ha actuado como látigo de la revolución. Lo que hace falta es seguir convirtiendo en organización a la rabia, la indignación y la ira que provoca el golpe y en concreto el Estado de sitio.

A la vez que la represión no ha aplastado a la Resistencia, la oligarquía y sus distintos secuaces en el ejército y los partidos burgueses, han dado claras muestras de división. Por un lado Romeo Vázquez, el jefe del ejército, manifestó que “recomendó a sus superiores el diálogo” y señaló en entrevista a Telesur que “se han tomado las medidas necesarias para evitar que el país se pueda desangrar”. Paralelamente los candidatos golpistas de los partidos Nacional y Liberal, se han colocado abiertamente contra el decreto de Estado de sitio, obviamente porque la situación en la práctica pone fuera del orden del día a las elecciones del 29 de noviembre. Pero lo más relevante de las contradicciones interburguesas es la intervención de Adolfo Facussé, —quizás el representante más astuto y recalcitrante de la oligarquía—. Si el régimen de Micheletti fuese fuerte y la correlación de fuerzas le favoreciera, el titiritero no tendría que haber intervenido, la intervención de Facussé significa que Micheletti no ha hecho bien la tarea.

Lo que se ha dado en llamar el “Plan Facussé”[1], es sencillamente una barata tomadura de pelo: plantea una total claudicación por parte de Zelaya (mucho más que el Plan Arias o también conocido como San José), restituirlo en la presidencia sin poder real —ya que no tendría autoridad sobre las Fuerzas armadas y acotado por un consejo de ministros— además, Zelaya se debería presentar ante los tribunales para ser juzgado; a cambio, los militares que sacaron a Zelaya el 28 de junio serían juzgados y se colocaría a Micheletti fuera de la presidencia, pero premiado “por patriota” como congresista vitalicio; todo esto con la supervisión de una fuerza militar extranjera de “países amigos” como EUA y Colombia, que garantice los acuerdos, porque “desconfiamos del señor Zelaya por toda la guerra que nos hizo antes del 28 de junio”, dice Facussé en la entrevista. A todo esto, Micheletti sólo alcanza a hacer declaraciones contradictorias, envalentonadas, mentirosas y serviles, demostrando en cada momento que sólo se trata de un dócil títere de la oligarquía. También se habla del “Plan de San José 2” que instalaría a un tercero interinamente en la presidencia. Todas estas expresiones de los distintos sectores del régimen, son una muestra más de su debilidad y de que se están profundizando sus diferencias.

Así, tenemos una situación de fortaleza aparente del régimen golpista, pero que en realidad expresa su debilidad en la medida que sólo se sostiene a través de la represión. Un régimen militar, con nula base social, en medio de una crisis capitalista internacional y en un país atrasado como Honduras, es incapaz de sostenerse por un periodo prolongado. A la vez, tenemos a una clase obrera y un campesinado pobre que ha despertado del largo letargo de postración. A lo que asistimos en Honduras es a una revolución en toda la regla, con las masas haciendo política en las calles. No es descartable que el Estado de sitio se anule como resultado de las contradicciones del régimen y la fortaleza moral del movimiento, esto no excluye que la represión —tal como la vemos hoy día—, seguirá vigente hasta que la dictadura sea derribada o sustituida mediante algún mecanismo, por algún tipo de régimen “democrático”.

Como la dictadura no se puede sostener en las condiciones actuales y antes de que todo salga absolutamente de control, hay sectores de la clase dominante internacional que buscan una salida con base en la diplomacia y así intentar eclipsar a la fuerza de las masas en las calles; es por eso que están organizando una “Misión diplomática” encabezada por la OEA y cancilleres de varios países, incluido España. Micheletti se reunió en secreto —en las instalaciones de la base militar estadounidense Palmerola— con el secretario de la OEA, José Miguel Insulza, quien dijo que la reunión “tuvo por objeto promover un diálogo entre las partes en conflicto a fin de restablecer la democracia y el orden constitucional en Honduras”.

Zelaya ya ha confirmado que se están tendiendo puente para el diálogo, y lo ha condicionado a tres aspectos: “El primer punto es la aprobación y firma del Acuerdo de San José; el segundo, los cambios que se le puedan hacer al Acuerdo del presidente Arias, y el tercero, que se dé cumplimiento con garantes nacionales e internacionales”, precisó el asesor de Zelaya, Carlos Eduardo Reina, quien aseguró que, ya reinstalado, Zelaya se abstendría de llamar a una Asamblea Nacional Constituyente. "Si el régimen acepta esa agenda, nosotros la aceptamos ya y podemos iniciar inmediatamente el lunes o martes el diálogo", dijo Reina, y agregó: “otra condición para el diálogo era la derogación de un polémico decreto que suspendió la libertad de prensa, asociación y circulación, y con el que las fuerzas de seguridad han disuelto manifestaciones.”

Cualquier acuerdo con los golpistas sería una peligrosa trampa para Zelaya y para la Resistencia. En el supuesto diálogo con los golpistas, no hay posibilidades de un acuerdo favorable para las masas. Cualquier “acuerdo” será traicionado por los golpistas a la primera oportunidad. Necesariamente la dictadura debe ser derribada por la fuerza de las masas hondureñas y centroamericanas.

El diputado del Partido Unificación Democrática, Marvin Ponce, expresó que “el diálogo propuesto puede ser una trampa de los golpistas para provocar un quiebre en la unidad lograda entre el movimiento popular y los liberales seguidores de Zelaya, ganar tiempo y consolidar el gobierno de Micheletti”, y agregó: "estamos en consultas para decidir cómo y con qué posición vamos a participar frente a las diferentes propuestas de solución al conflicto". Es decir, una cosa es lo que pueda plantear Zelaya, quien sin duda tiene un gran margen de maniobra y lo usará, pero eso no significará en automático la aceptación del acuerdo por parte de la Resistencia.

El que la dirección de la Resistencia se esté conformando sobre el desarrollo de los acontecimientos, no ha permitido que la fuerza de las masas paralice la sociedad y use su poder para ganarse al ejército a la causa de la revolución, a pesar de que en las calles se ha mantenido el movimiento ininterrumpidamente. Pero sin duda, ha habido un salto enorme en la conciencia y en la organización del pueblo trabajador y eso no va a pasar ni va a desaparecer, el nivel de consciencia ha crecido enormemente y la revolución no ha hecho sino empezar. Incluso en los hondureños en EUA y Canadá están organizándose enviando dinero a la Resistencia. Eso era impensable antes del 28 de junio.

En Radio Globo se pueden escuchar muchas llamadas del pueblo con expresiones como las siguientes: "con marchas no vamos a sacar a los golpistas", "estamos mitad vivos, mitad muertos", "estamos llenos de ira e impotencia", "preferimos morir luchando que seguir aguantando a estos golpistas". Si la dirección del Frente no encuentra la forma de coordinar acciones que vayan más allá de las marchas, crecerá la posibilidad de enfrentamientos armados aislados que serían dañinos al movimiento y darían la “justificación” que están esperando los golpistas para intentar alongarse en el poder a través del terror. Paralelamente a los preparativos del “diálogo”, los golpistas asesinaron de dos balazos en la cabeza —dejando nota advertencia al magisterio—, al maestro Mario Contreras, miembro de la Resistencia. Las medidas pacifistas en realidad están empezando a actuar en contra del movimiento. Medidas como la Bullaranga —hacer bulla todos a la misma hora—, vestirse todos de color verde esperanza o encender las luces de los autos, sólo pueden jugar un papel emotivo y secundario. Lo que hace falta urgentemente es organizar la insurrección revolucionaria de las masas para derrocar a los golpistas. Hay que organizar comités de autodefensa, organizar la logística de las manifestaciones sobre la base de la autodefensa, por ejemplo evitar rutas donde puedan ser emboscados. Cientos de miles de manifestantes armados con palos y machetes harían sucumbir a la policía y el ejército; hay que buscar alternativas para armar al pueblo, y evitar a toda costa escaramuzas aisladas de elementos indisciplinados.

Las masas están a la espera, expectantes y dispuestas a actuar de forma decidida y hasta las últimas consecuencias, pero en ausencia de un levantamiento insurreccional, el proceso podría dirigirse a algún tipo de “acuerdo” orientado al terreno electoral, que en realidad representaría un tipo de empate y el resurgimiento del movimiento a otro nivel en un momento posterior, cuando los golpistas lo incumplan.

Samuel Santibáñez

México, D. F. 04 octubre 2009.

Fuente: hablahonduras.com

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario