lunes, 20 de julio de 2009

Todo va sobre la Constitución

Obama y Honduras



Por Nikolas Kozzloff


Los liberales que han idealizado a Obama no quieren creer que su presidente sea capaz de comportarse como un abusón con Latinoamérica. Era Bush, dicen, el que encarnaba el estilo arrogante de imperialismo estadounidense y no el nuevo inquilino del 1600 de Pennsylvania Avenue. Sin embargo, hechos recientes en Centroamérica nos fuerzan a mirar a la administración Obama con una nueva y desilusionante luz. Mientras no está claro si Obama fue avisado con anterioridad del inminente golpe militar en Honduras, la Casa Blanca no ha salido impoluta del caso Zelaya.

En diciembre de 2008, incluso antes de su estreno, Obama recibió una iracunda carta del presidente de Honduras, Manuel Zelaya, exigiendo un punto final a la arrogancia e intervencionismo de los embajadores estadounidenses en Tegucigalpa. Sólo ocho meses antes, el embajador estadounidense, Hugo Lorens, la tomó con el gobierno haciendo declaraciones incendiarias. Durante una rueda de prensa el diplomático declaró que el intento de Zelaya de reescribir la constitución era “un asunto hondureño y delicado como para comentar algo siendo un diplomático extranjero.” Pero entonces, contradiciéndose a sí mismo e insertándose en el volátil entorno político, Lorens reseñó que “no puedes violar la constitución para crear una constitución, porque si no tienes una constitución, reina la ley de la selva.”

Si Obama iba en serio con lo de restaurar la credibilidad moral de EEUU en el mundo entero, podría haber limpiado la casa deshaciéndose de los delegados de Bush tales como Lorens. Emigrado de la Cuba de Castro, Lorens trabajó como Tesorero Auxiliar del Chase Manhattan Bank antes de entrar en el Servicio Diplomático. Como Director adjunto de la Oficina de Políticas Económicas y Suma Coordinación en el Departamento de Estado, durante la época de Clinton, jugó un papel importante atacando la corporativamente-amistosa Zona de Libre Comercio de las Américas (FTAA en sus siglas en inglés). Pero fue principalmente en los años de Bush cuando Lorens se distinguió sirviendo como Director de Asuntos Andinos en el Consejo de Seguridad Nacional (NSC en inglés). En el NSC Lorens fue el consejero más importante para Bush y Condoleezza Rice en asuntos pertenecientes a Colombia, Venezuela, Bolivia, Peru y Ecuador.

A la vez que el intento de Zelaya de reescribir la constitución hondureña antagonizó con Lorens, también encendió a la élite local empresarial y, sin duda, a las autoridades de la política exterior estadounidense. Quizás estos grupos temieran una repetición en Honduras de la “marea rosa” sudamericana: a lo largo de la región, líderes de izquierda desde Hugo Chávez a Rafael Correa han movilizado a la sociedad civil en un esfuerzo por reescribir sus respectivas constituciones nacionales.

La constitución de 1999 de Chávez proporciona unos de los contenidos más comprensivos en derechos humanos a la vez que incluye especial protección para la mujer, los pueblos indígenas y el medio ambiente. Además, la constitución permite a un ciudadano extranjero participar de la vida nacional. El preámbulo establece que uno de los objetivos de la Constitución es la instauración de una democracia participativa conseguida a través de representantes elegidos, votos populares en referendums y, puede que lo más importante, movilización popular. Fue la constitución de Chávez la que le ayudó en Venezuela a solidificar su alianza con los sectores de la población tradicionalmente marginados.

En Ecuador los partidos políticos tradicionales y las élites acaudaladas etiquetaron a Correa de “dictatorial” después de que el presidente hiciera un llamamiento a empezar la redacción de una nueva constitución. Sin embargo, al final, una gran pluralidad de votantes aprobó la nueva constitución de 2008 que ofrece sanidad universal y gratuita, derecho universal al agua y la prohibición de su privatización y una redistribución de grandes latifundios en desuso. Incluso en un tono más dramático, la constitución declara que Ecuador es un “estado pacífico” y deja fuera de la ley a bases militares extranjeras en suelo ecuatoriano.

Como explico en mi libro, recientemente editado, ¡Revolución! Sudamérica y el ascenso de la Nueva Izquierda, últimamente ha habido potentes alianzas entre líderes de izquierda latinos por una parte y dinámicos movimientos sociales por la otra. En Ecuador apoyaron la nueva constitución tanto la principal federación indígena como la clase obrera organizada. De hecho, el intento de Correa de redactar una nueva constitución pudo ayudarle a establecer lazos más estrechos entre la presidencia y las fuerzas sociales progresistas como en la Venezuela de Chávez.

El embrollo de Honduras ha sido descrito en los medios como un tira y afloja sobre poderes presidenciales y límites de legislatura. Pero mientras que cualquier nueva constitución puede haber extendido el período de legislatura, tal reforma podría haber llevado también a nuevas enmiendas progresistas a la ley y a una mayor radicalización en la base. En años recientes Honduras ha visto surgir una vibrante escena política y social incluyendo obreros, garifuna (gente afrohondureña) e indígenas. Si Zelaya hubiera tenido éxito en su puja por una reforma constitucional, habría podido movilizar a esos grupos.

¿Cuál es la conexión entre los intereses estadounidenses y la reforma constitucional? Si tenía usted alguna duda sobre las verdaderas intenciones de Washington en Honduras, tome en consideración la siguiente información de la agencia AP del 8 de julio sobre las negociaciones diplomáticas entre el régimen golpista y el expulsado presidente Zelaya: “Clinton no discutiría los detalles del proceso de mediación, que ha dicho empezaría pronto, pero un alto cargo estadounidense dijo que una opción que se barajaba sería la de conseguir un compromiso bajo el cual se permitiría la vuelta a Zelaya, el cual terminaría los seis meses que le quedan de mandato con poderes limitados (en cursiva). Zelaya, por su parte, prometería abandonar toda aspiración a un cambio constitucional.”

Entonces es el Departamento de Estado bajo Hillary Clinton, el que, espiritualmente aliado con figuras del viejo régimen Bush, está buscando cortar reformas constitucionales en Honduras--- reformas que podrían llevar a la movilización popular como hemos visto en Ecuador y Venezuela. Obama mientras tanto ha condenado el golpe pero su fracaso en sujetar las riendas de Lorens o Clinton sugiere que él también cree que la propuesta de Zelaya para una reforma constitucional es peligrosa y debe ser detenida.


http://www.zmag.org/znet/viewArticle/22054

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